El 25 de marzo, OpenAI desató otra ola de creatividad (y controvertida) al activar su nueva herramienta de generación de imágenes dentro de ChatGPT. ¿El resultado? Una avalancha de retratos estilo Studio Ghibli, versiones anime de políticos, memes animados y un frenesí visual que se volvió viral en cuestión de horas. Incluso Sam Altman, CEO de OpenAI, se sumó a la tendencia de cambiar su foto de perfil por una imagen al estilo Ghibli.
Pero con esa ola de creatividad también llegaron las preguntas incómodas. ¿Es esto arte? ¿Es inspiración? ¿O es simplemente plagio disfrazado de tecnología?
La inteligencia artificial no solo transforma imágenes reales, sino que también puede imitar estilos visuales extremadamente reconocibles. Aunque OpenAI asegura que su sistema evita replicar obras de artistas vivos, sí permite generar contenido en “estilos de estudio” como el de Ghibli, y eso ha encendido las alarmas en el mundo creativo.
Los primeros días fueron un caos técnico y ético. Saturación en servidores (“las GPUs se estaban derritiendo”, dijo Altman), acceso gratuito limitado, y bloqueos progresivos a indicaciones que mencionaban directamente a Ghibli. Sin hacer mucho ruido, OpenAI empezó a afinar sus filtros y moderar los usos más polémicos de su herramienta.

Y mientras los ingenieros trabajan para controlar el fuego, la discusión se enciende en otro frente: ¿Dónde está el límite entre homenaje e infracción? ¿Puede la IA aprender de un estilo sin copiarlo? ¿Y qué pasa cuando ese estilo pertenece a una marca registrada oa un artista vivo?
Esta situación revela una verdad incómoda: la tecnología avanza más rápido que las leyes. Lo que hoy es tendencia en redes, mañana podría ser evidencia en un juicio. El debate sobre el plagio en la era de la inteligencia artificial no es solo técnico, es profundamente humano.
Por si fuera poco, esta semana también llegó una importante del modelo GPT-4o, ahora con mejores habilidades para seguir instrucciones complejas, resolver problemas técnicos y generar ideas más intuitivas y creativas. Todo con menos ruido, menos errores y (curiosamente) menos emojis.
La pregunta de si ChatGPT permite el plagio no tiene una respuesta simple. Lo que sí está claro es que estamos entrando en una nueva era, donde la creatividad ya no es exclusiva del ser humano, y donde el respeto por los creadores originales será más importante que nunca.
El avance de la inteligencia artificial está empujando los límites de la creatividad, pero también está forzándonos a replantear conceptos como autoría, propiedad intelectual y plagio. Herramientas como ChatGPT abren puertas a una nueva forma de expresión, pero también plantean riesgos reales para los artistas, estudios y creadores originales.

La capacidad de emular estilos tan icónicos como el de Studio Ghibli no es solo una hazaña tecnológica, sino un recordatorio de que el respeto por el arte debe evolucionar al mismo ritmo que la innovación. Mientras las leyes intentan ponerse al día, es nuestra responsabilidad —como usuarios, creadores y desarrolladores— usar esta tecnología con ética, criterio y conciencia.
Porque al final, lo que hoy parece solo una imagen divertida generada por IA, mañana podría redefinir lo que entendemos por "crear".